Se necesitaba un perfume excepcional para la amapola. Que revelara su singular mezcla de fuerza y fragilidad. Que hiciera justicia a su poder poético. Necesitaba un perfume de flores… El maestro perfumista Alberto Morillas eligió a la reina de todas, opulenta, elegante y floral por excelencia: la Rosa Búlgara. La Casia y el Espino Blanco se añadieron a su finura. La Violeta de Parma, sus facetas empolvadas y sensuales. Por último, el absoluto de Vainilla Bourbon y los Almizcles Blancos envolvieron estas flores con una suavidad adictiva. Un floral empolvado con una seña de identidad reconocible entre todas.
El mundo es bello… La frase fetiche de Kenzo resuena desde hace más de 20 años en sus creaciones. Una afirmación. Un sueño un poco loco, tanto, que la marca continúa con una mirada poética y diferente sobre el mundo.
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