El rastro olfativo de la Mula de Moscú hipnotiza a su audiencia, como si invitara a todos a compartir, sobre un vaso de algo, un momento intemporal, donde las lenguas se sueltan y los cuerpos se calientan. ¡Un toque de jengibre para el lado sexy, una cáscara de limón para el ponche! Un placer ilimitado para ser consumido sin moderación.