La albahaca, la más real de todas las hierbas, decidió celebrar la vida con un baile de té e invitó a los místicos de Oriente: canela, jengibre y cardamomo.
Llegaron con afectuosos regalos y especias.
Entre los invitados estaban el chile, que vino de México, con su caluroso entusiasmo, y el regaliz, que llegó desde Egipto, y reveló secretos para aumentar los sentidos.
Juntos bailaron, se regocijaron y celebraron la vida.